Como madre, a menudo he descuidado las oportunidades diarias de discipulado en mi hogar porque creía la mentira de que mis dones, talentos y recursos eran para personas o tareas más importantes. Que el campo misionero estaba "ahí fuera" y yo me lo estaba perdiendo. Deseaba profundamente ir y contárselo al mundo, pero no a mis propios hijos.
Pero nada más lejos de la realidad. Nuestros hijos son nuestro campo de misión más importante. Somos sus comandantes, preparándolos para la vida - no hay mayor alegría o trabajo más importante que invertir en el crecimiento espiritual de nuestros hijos; es una cuestión de vida o muerte eterna.
Leí estas palabras sobre la maternidad en las redes sociales: "Mamás, criar a sus hijos en la crianza y amonestación del Señor no es descuidar su cumplimiento de la gran comisión, sino todo lo contrario, sus talentos, habilidades y educación no se desperdician en su familia. Su familia es su ministerio. No descuides a los discípulos con los que Dios te ha bendecido".
Me gusto mucho esto cuando lo leí, por que por muchos años cuando mis hijos estaban pequeños y obviamente dependían más de mi, me sentía culpable por que no tenia el tiempo de hacer "nada" por la otros en una congregación. Ni tan siquiera podía salir a trabajar. Llegué a sentirme un ser humano inútil.
Mamá, tenemos una tremenda oportunidad y una gran responsabilidad de mostrar, contar y guiar a nuestros hijos a Cristo. No podemos asegurar el resultado; sólo Dios puede hacerlo, pero podemos ser colaboradores con Él en el proceso; ¡qué grandioso es eso!
Discipular a nuestros hijos no es algo que se hace una sola vez; no es una lista de verificación, sino una forma de vida. Si, debemos trabajar hacia una rutina diaria de intimidad y comunión con el Padre Celestial, pero una gran parte de discipular a nuestros hijos es hablarles constantemente de Dios en todas las situaciones.
Tal vez puedas estar allí pensando, tengo ese deseo, pero ¿qué pasa si digo algo equivocado o no tengo todas las respuestas? No pasa nada, podemos orar y pedir al Espíritu Santo que nos ayude. Podemos pedir ayuda a la comunidad de nuestra iglesia para guiar y hacer crecer a nuestros hijos en Cristo. Y podemos reconocer que no tenemos todas las respuestas y gentilmente señalarles a Cristo.
Una de las cosas que me ha ayudado grandemente es que Dios me ha regalado amigas que ya han vivido procesos de crianza y sus consejos han sido para mi de gran ayuda en las diferentes etapas de crecimiento de mis hijos. Amigas que sobre todas las cosas aman al Padre y que se que sus consejos va a ser en sabiduría y no emocionales.
El discipulado es un trabajo desafiante; algunos días será más fácil que otros. Pero, "no debemos cansarnos de hacer el bien ( Gálatas 6:9)". Enseñar a nuestros hijos acerca de Dios y ayudarles a encontrar a Cristo es el trabajo más importante que usted puede hacer.
Y HOY EN DIA QUE LO HE PODIDO ENTENTENDER, PUEDO DECIR QUE ESTA ES LA MISIÓN MÁS HERMOSA QUE ME HA TOCADO VIVIR.
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