El camino hacia la sanidad comienza con confrontarnos.
Uno de mis programas favoritos hace muchos años es “Fixer Upper” por la cadena HGTV. Algo que aprendí sobre la remodelación de una casa es que tienes que arreglar incluso las cosas que otras personas no pueden ver.
Recuerdo que en uno de los programas, una familia llevaba tiempo luchando con una pared muy sucia por mucho tiempo en una casa que estaban remodelando. El esposo pensó que la mejor manera que podría solucionar el problema sería darle un poco de pintura. Así que eso es lo que hizo. La pared sucia estaba ahora "limpia".
Este método funcionó. Por un tiempo. Hasta el día en que él caminó por la pared y vió que el lugar que había pintado están tan feo como siempre.
El problema era que el lugar sucio no solo estaba sucio. Estaba mohoso. Sin haber limpiado el lugar primero, la pintura no podría resolver el problema. Solo lo cubrió por un tiempo.
Muchos de nosotros pasamos por la vida así. Vemos un lugar sucio y nos damos cuenta de que si le echamos un poco de pintura o evitamos esa zona de la casa, las cosas estarán bien. Cuando esto en realidad no funciona, y ahora tenemos dos problemas: el problema original y este nuevo problema creado para evitar la situación.
Lo que aprendí de este episodio de la pared mohosa es que tenemos que resolver los problemas de la primera vez. Echar un poco de pintura sobre nuestros problemas no ayuda a largo plazo. Y eso es bueno, porque el problema es importante y digno de nuestra atención.
Muchos de nosotros tenemos experiencias traumáticas en nuestra vida. Desilusiones, pérdidas, abandonos, traiciones, etc. Sucede algo que nos cambia, pero en lugar de buscar la sanidad, buscamos consuelo en cosas que son momentáneas y que al final nos aíslan.
Después del trauma, nuestras emociones requiere sanidad. De lo contrario, pasamos por nuestras vidas gastando enormes cantidades de pensamiento y energía tratando de protegernos, incluso cuando es innecesario.
La buena noticia es que nuestro Padre celestial puede sanarnos si lo dejamos.
Si no confrontamos los líos de nuestro pasado y se los entregamos a Dios, eso se interpondrá directamente en nuestro presente y futuro. No tiene por qué ser así. Jesús vino a darnos una vida abundante, libertad de nuestros pecados, y alegría. ¡Darle acceso a cada parte de nuestras vidas nos llevará allí!